"¡Díganme que no es la primera dama más hermosa del mundo! Gracias @YazCortizo por acompañarme a la entronización del 126º emperador Naruhito, evento que ocurrió por última vez hace 30 años y que fortalece la relación y los lazos de confianza entre Panamá y Japón, necesarios para impulsar la reactivación económica en nuestro país". Este fue el escrito que acompañó una hermosa foto de la pareja presidencial panameña: Yazmín de Cortizo y Nito Cortizo.
Lee también: La Asamblea es un 'campo de batalla'
Ambos se encuentran en Tokio, Japón, pues allí se llevó a cabo la proclamación de Naruhito de Japón, el 126º ocupante del trono del Crisantemo, un cargo que ocupaba desde el pasado 1 de mayo tras la abdicación de Akihito, pero ayer se hizo oficial.
Mira también: Blanca Herrera le dejó la batalla contra el cáncer a Dios
La imagen que subió el presidente panameño en la ceremonia de entronización fue "reposteada" por su esposa con estas hermosas palabras: "Feliz de estar a tu lado durante esta ceremonia tan importante e histórica. Sin duda, un evento que nos permitirá estrechar los lazos de cooperación entre ambas naciones". En la instantánea la primera dama sale vestida con un diseño largo de color celeste de la diseñadora española Isabel Sanchiz. El mismo llevaba una capa que le daba más personalidad y elegancia al diseño.
Para la recepción Yazmín de Cortizo lució un vestido de seda azul con detalles en lentejuelas azules y negras, una propuesta que también gustó mucho en redes sociales.
"Wao, cuánta elegancia la de mi primera dama", "hermosa", "divinos", "espectacular como siempre", "la más hermosa, disfruten de su estadía en Japón", "muy lindos, se ven hermosos como pareja", "ese evstido está hermoso"... Fueron algunos comentarios que logramos leer en la cuenta de Instagram de la señora de Cortizo.
El protocolo japonés marcaba traje de ceremonia para las señoras, que indica escote cerrado, largo hasta el suelo, manga bajo el codo, que el vestido fuera de un solo color.
Los caballeros fueron todos vestidos de frac con sus respectivas condecoraciones.
Naruhito se proclama emperador de Japón
Tres gritos de Banzai (larga vida al emperador) y 21 salvas de cañón convirtieron a Naruhito de Japón en emperador. Se sentó en el trono y allí se comprometió a trabajar por la felicidad del pueblo y la paz en el mundo.
Dos mil invitados asistieron a la ceremonia que tuvo lugar en el palacio real de Tokio. La intensa lluvia y el frío restó vistosidad a la ceremonia, ya que la guardia de honor que debía formar en el centro de un patio situado en el interior del recinto del palacio real, tuvo que refugiarse en los soportales, mientras reyes, príncipes y presidentes seguían la ceremonia desde los miradores de los palacetes que se abrían al patio y al edificio principal donde Naruhito, junto a Masako, protagonizaron la ceremonia ataviados con los trajes tradicionales.
A este importante evento asistieron los reyes de España (Letizia y Felipe), junto a sus homólogos de Bélgica, Holanda y el rey de Suecia, quien asistió con su hija Victoria. También fueron: el gran duque Enrique de Luxemburgo, Alberto de Mónaco, el príncipe Carlos de Inglaterra, Haakon de Noruega, Mulay Rachid de Marruecos y Hussein de Jordania, así como los representantes de las monarquías del Golfo y los pequeños países de Asia, África y Oceanía.
¿Y Masako?
Al lado de Naruhito, bajo un dosel más reducido y sentada en el trono más pequeño, se encontraba la emperatriz Masako, a quien le apodaron "La princesa triste". Ella estaba vestida con un kimono de doce capas. A su alrededor se encontraba, también con traje ceremonial, el resto de la familia imperial, menos los emperadores eméritos, Akihito y Michiko, ni tampoco la princesa Aiko, la única hija de los emperadores, aún menor de edad, y cuyo camino al trono está vetado por la ley sálica que impide que una mujer suba al trono del crisantemo.
En un breve discurso, Naruhito ha recordado a su padre, el emperador Akihito, quien durante sus casi 30 años en el trono (sucedió a su padre Hirohito en 1990), trabajó incansablemente por la felicidad del pueblo y la paz en el mundo. Siempre compartió las alegrías y las tristezas del pueblo y siempre se mostró compasivo.